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Seguimiento de Jesús por el camino de la Vida

j-feet

Primera parte del Cuaderno de Participación de CLADE V

Sadrac Meza, Ph.D.

San José, Costa Rica

smeza@esepa.org

El historiador de la Reforma protestante D´Aubigné  (1843) decía que el cristianismo primitivo y la Reforma protestante son las dos grandes revoluciones de la historia. Creo que teológicamente tiene razón. Incluso hoy en día volvemos nuestro ojos a estas dos revoluciones ya sea para evaluar la realidad del cristianismo actual o para recibir impulso. Sea como sea, ha ido creciendo el sentir entre los protestantes actuales de la necesidad de una nueva “reforma” de la iglesia, o sea, una nueva revolución teológica. Por eso, no está demás, analizar la propuesta de “reflexión-acción” de la FTL, en su Cuaderno de Participación (CP) del CLADE V, a la luz de estas dos previas revoluciones. ¿Contribuye la teología del CP a una “reforma” de la iglesia o está en sí misma en necesidad de “reforma”? El CP nos invita a este tipo de enfoque porque en varias ocasiones la Reforma protestante le sirve de motivación e inspiración (párrafos 13, 17).

Tómese en cuenta que lo que voy a decir esta noche tiene que ver nada más con el lema y con parte de la primera parte del CP. Además, lo que diré está bajo la sombra de lo que llamaremos una teología dialéctica.

El lema de CLADE V

Sigamos a Jesús en su Reino de Vida. ¡Guíanos, Santo Espíritu! Yo creo que ya el Espíritu comenzó a guiar a todos los que tuvieron que ver con la selección de este tema. Me uno alegremente a los que ven este tema como urgente y relevante para el momento histórico que nos toca vivir a los cristianos latinoamericanos en el siglo XXI. Pero la formulación de los tres ejes temáticos deja ver una falta de atención a la inseparabilidad de lo enunciado en el lema. Los ejes temáticos son: seguimiento de Jesús, Reino de Dios y espiritualidad. Expresados de esa manera, parecen tres temas independientes y se ha perdido el lugar central de Jesús que el lema exprea.

El lema ofrece un contenido, y es, el llamado a seguir a Jesús en Su reino de vida (el reino de Jesús), con la fuerza, dirección, y capacitación del Espíritu que Jesús ha enviado (el Espíritu de Jesús y del Padre). Más que tres temas o subtemas, el lema es un solo tema. Más que un tema, es un proceso de vida. Así como el lema está bien, el título del CP también. Dice: Sigamos a Jesús en su Reino de Vida. Mis comentarios se aplican a cómo están desglosados los subtemas, los cuales aparecen en las divisiones internas del documento.

Los tres ejes temáticos han dado a luz tres partes en el Cuaderno de Participación: Primera Parte: “Seguimiento de Jesús por el camino de la vida”. Interpreto que aquí ya se comenzó a deslizar la unidad del lema, porque debió decir, Seguimiento de Jesús por el camino de su Reino de Vida. Segunda Parte: “El Reino del Dios de la Vida”. Aquí ya hemos perdido de vista a Jesús. Debió llamarse: El Reino de Vida de Jesús. Tercera Parte: “El Espíritu de la Vida”. Aquí también hemos perdido de vista a Jesús. Debió llamarse: El Espíritu de Vida de Jesús.

Mi preocupación no es terminológica. Inclusive podríamos sustituir el nombre “Jesús” por la palabra “Dios” en cualquiera de los lugares en donde aparece, y eso estaría bien conmigo. Mi preocupación no es terminológica ni con la doctrina de la trinidad. Mi preocupación es teológica. Decir “el Reino del Dios de la Vida” y decir “Espíritu de Vida” es decir algo que puede ser malentendido teológicamente. Es ambiguo, donde el lema no lo es. No tiene la concreción necesaria que tiene el nombre Jesús. Tampoco indica la subordinación de la “vida” y del “reino” a Jesús. Es hacer del concepto “vida” un sustituto de Jesús. Jesús es la vida, pero la vida no es Jesús. De igual manera, Dios es amor pero el amor no es Dios. En otras palabras, en la formulación de los subtemas se ha perdido algo valioso que está en el lema: la reunión de todas las cosas en Cristo Jesús.

Si se concede que mi manera de entender el lema de CLADE V es correcta, solamente nos queda ver el contenido del CP para corroborar su congruencia. ¿Será que la subdivisión temática no ha afectado el contenido? ¿Tendrá el contenido congruencia con el lema y el título? Por lo pronto, analizaremos solamente la primera parte.

En caso que alguno no haya leído o estudiado el CP, permítanme transcribir un párrafo de presentación que tiene el CP y las preguntas generadoras que tiene esta sección (pgs. 21-55).

“1. El seguimiento al que nos referimos es un “proseguimiento historizado de Jesús por el Espíritu (parafraseando a Jon Sobrino). Cuando hablamos de seguir a Jesús nos referimos al Jesús de los Evangelios, no a un Jesús abstracto; se trata de seguirlo en la materialidad concreta de nuestros países. Por otra parte, no se trata tan solo de un compromiso individual sino también comunitario, del pueblo de Dios en movimiento hacia una meta.

Pregunta generadora 1

Si miramos con atención a lo que se enseña o predica en las iglesias, el seguimiento de Jesús es casi un tema olvidado y hasta enterrado. ¿Por qué?

Pregunta generadora 2

¿Qué mediaciones hermenéuticas nos ayudan a leer las Escrituras, sobre todo los relatos evangélicos acerca de Jesús?

Pregunta generadora 3

¿Qué ocurre cuando los “cristos alienantes” desplazan al Jesús de los Evangelios? ¿Cómo evitarlo?

Pregunta generadora 4

¿Cómo influyen las prácticas litúrgicas (canciones, oraciones, sermones, gestos, ritmos, cultos) en nuestro seguimiento de Jesús? ¿Hay criterios que nos ayudan a discernir sobre estas prácticas?

Pregunta generadora 5

¿De qué manera seguimos y sentimos a Jesús también con nuestro cuerpo? ¿Podemos sugerir maneras de convivir que sean dadoras de vida? ¿Qué significa dar testimonio de Jesús con todos nuestros sentidos?” (Hasta aquí la cita del CP).

Definición de seguimiento y primera pregunta generadora

El CP comienza con una definición de seguimiento como “proseguimiento historizado de Jesús por el Espíritu”. Nada más acorde con el excelente lema de CLADE V. Pero los problemas comienzan inmediatamente. Se dice que al que hay que seguir es al Jesús de los Evangelios. ¿Por qué esa reducción? La respuesta es que no se quiere a un Jesús abstracto. Perfecto. Pero, ¿no es un Jesús solamente de los Evangelios una abstracción? La historia del Antiguo Testamento es la pre-historia de Jesús (Barth), sin la cual el hombre Jesús es una abstracción. El Nuevo Testamento en su totalidad nos interpreta a Cristo. ¿De dónde viene esta idea que los lectores de los Evangelios del siglo XXI pueden acceder a un Jesús real sin la ayuda del AT y del resto del NT? ¿No son acaso los mismos Evangelios y el mismo Jesús, quienes no nos dejan olvidarnos de la pre-historia de Jesús y su actualización por el Espíritu? Creo que el Jesús que los cristianos seguimos, el Jesús verdadero, merece un canon total. Otra cosa son solamente “cristos alienantes”.

¿En qué contexto o dónde vamos a seguir a Jesús? Se nos contesta que en la materialidad concreta de nuestros países. Muy bien. Pero pregunto, ¿y por qué no seguir a Jesús en la espiritualidad (cultura) concreta de nuestros países? ¿No es acaso la materialidad una dimensión de la vida y reducir toda la vida a ella una reducción indebida? Creo que el discipulado incluye tanto el alma, como el cuerpo y el espíritu. ¿Qué teoría social hace justicia a la realidad humana, a su contexto, con la expresión “materialidad concreta”? El seguimiento a Jesús se da en la realidad concreta de nuestras vidas, como seres personales, históricos, sociales, políticos y culturales.

Por último, la definición de seguimiento nos indica que debe ser un seguimiento no tan solo de un compromiso individual sino también comunitario, del pueblo de Dios en movimiento hacia una meta. Esta afirmación es importante tanto por lo que afirma como por la manera en que lo afirma. Lo cual es precisamente de lo que carecen las dos expresiones antes comentadas. No se niega un compromiso individual, pero no se reduce el seguimiento a ello. Debe ser también un compromiso comunitario, de todo el pueblo de Dios. Esta es una dialéctica de la cual carecen las dos afirmaciones que he criticado anteriormente.

Según Timothy George (1988), una de las características de la teología de Martin Lutero es que es una teología dialéctica. Esto es que solamente podemos llegar a la verdad a través de una confrontación con otras verdades. Esto da como resultado un pensamiento paradójico y una tensión que no se puede o no se debe disolver, para no arriesgar perder la verdad. Una teología dialéctica mantiene en tensión dos verdades que son bíblicas y necesarias. Eso es lo que le hace falta a las afirmaciones de que Jesús debe ser buscado en los Evangelios y que nuestro seguimiento debe ser en la materialidad de nuestros países. Claro que Jesús debe ser buscado en los Evangelios pero también debe ser buscado en Hebreos, en Isaías, en la Ley, en los Salmos, en Apocalipsis. Por otro lado, la realidad de nuestros países incluye la materialidad, las instituciones, la civilización y también incluye toda la cultura espiritual, con su cosmovisión, valores, costumbres, etc.

Aquí quisiera expresar una preocupación o sospecha. Creo que muchas personas todavía siguen buscando a Jesús solamente en los Evangelios porque creen que esto les permite promover su propia agenda humanista, sin las interferencias de las interpretaciones teológicas, espirituales y trascendentes. Todo lo contrario de un Jesús concreto, lo que se encuentran o, mejor dicho, lo que producen estas personas, es un Jesús a la medida de las mejores expectativas humanas de nuestro siglo. Es decir, una proyección de los valores de nuestra sociedad y cultura. Como decía Feuerbach, este es el secreto de la teología: es una antropología. Lo que el mismo CP teme, “un dios hecho a la medida de los seres humanos” (párrafo 5, p. 23), es el resultado inevitable cuando se reduce la Palabra de Dios a los Evangelios y se busca a Jesús solamente en ellos.

Volviendo a la carencia de dialéctica, esto está bien ilustrado en los siguientes párrafos del CP. Se afirma que el seguimiento de Jesús es casi un tema olvidado y hasta enterrado. Yo creo que esta afirmación en sí, como descripción de la realidad, es falsa. El CP continúa elaborando este punto señalando el individualismo y la privatización de la fe, el espiritualismo, y el énfasis en resultados. El CP tien razón en que estas cosas innegablemente forman parte de la realidad de nuestras iglesias. El punto es que el CP presenta estas cosas en forma maniquea, en forma de polos opuestos. Si el seguimiento a Cristo es tanto individual como comunitario, no debe sorprender que haya una dimensión individual y privada de la fe. Si el ser humano es materialidad y espiritualidad, no es de sorprender que haya una dimensión espiritual en el seguimiento a Jesús. Si el seguimiento es “comunitario, del pueblo de Dios en movimiento hacia una meta”, no hay que sorprenderse de que haya un énfasis en los resultados.

Mi punto aquí es que el CP en sus párrafos 1-8 carece de una formulación dialéctica de los temas tratados y por lo tanto, no hace justicia ni a la realidad de las iglesias ni a la enseñanza de la Palabra de Dios sobre estos temas. Afirmaciones como las siguientes muestran un dogmatismo dañino a la sana teología: “Y para esta tarea concreta [el seguimiento de Jesús por el camino de la vida], tanto el individualismo como el espiritualismo, que conspiran contra el testimonio cristiano, no sirven para nada” (párrafo 10, p. 26). Necesitamos una teología dialéctica en donde la espiritualidad y la acción social vayan de la mano. Mejor aún, una teología y un seguimiento, en donde la espiritualidad sea la fuerza de nuestra acción social.

Esta primera sección o primera pregunta generadora del documento pareciera que termina reconociendo la dialéctica que estoy sugiriendo, cuando dice que “no se puede separar en planos irreconciliables la vida privada de la vida pública, la santidad personal de la santidad social, la justificación por la fe de la lucha por la justicia social aquí y ahora, la esperanza cristiana de una preocupación por todas las necesidades humanas, el amor al prójimo de la defensa de la dignidad humana” (párrafo 9, pp. 25-26). Sin embargo, se aleja de esta dialéctica cuando dice que el individualismo y espiritualismo “se convierten en obstáculos para que las iglesias tengan un rostro público más fiel al testimonio de las Escrituras y más próximo a la propuesta misionera integral del Reino de Dios y su justicia” (párrafo 10, p. 26). Si se me dice que aquí se habla de un espiritualismo e individualismo negativo, o extremo, y cosas semejantes, responderé que precisamente esa comprensión del individualismo, del espiritualismo, de la fe privada, etc., refleja la carencia de sofisticación que requiere el pensamiento y teología dialéctica que estoy proponiendo.

Antes de dejar esta primera sección, quiero llamar la atención al deseo del CP de “una comprensión más bíblica del seguimiento de Jesús, entendiendo que el propósito de Dios apunta a la reconciliación de todas las cosas” (párrafo 9, p. 26). No puedo estar más de acuerdo con esta afirmación, y es precisamente con este fin, que propongo una teología dialéctica como la que George encuentra en Martin Lutero. También reconozco que el CP tiene un llamado vigoroso a tomar en serio el seguimiento de Jesús y sus consecuencias en términos de conversión radical. Lo que no veo claro es la fundamentación bíblica del significado del seguimiento. Y el problema es que el contenido de esta sección va más allá de la pregunta. Al ir más allá de la pregunta, da un salto hermenéutico, salta a la aplicación sin haber recorrido el círculo hermenéutico. Se adelanta en conclusiones, que para mí, son dudosas tanto en la hermenéutica bíblica como en la hermenéutica social o mediación socio-analítica. En otras palabras, se adelante al tema siguiente.

Hermenéutica y segunda pregunta generadora

Esta es una excelente sección y de manera precisa propone una hermenéutica contextual, reconoce el círculo hermenéutico y se hace eco del método teológico basado en ver, juzgar y actuar como mediaciones para el servicio. Algo muy importante es el llamado de esta sección a que “la tarea hermenéutica debe darse en dependencia total del Espíritu Santo” (párrafo 17, p. 35).

Llama la atención la insistencia del CP en los Evangelios. La pregunta generadora dice: ¿Qué mediaciones hermenéuticas nos ayudan a leer las Escrituras, sobre todo los relatos evangélicos acerca de Jesús? Ya he comentado y rechazado este canon dentro del canon.

Valga mencionar que esta sección sí pone en práctica una forma de hacer teología más dialéctica que la sección anterior. Por ejemplo, luego de describir las maneras de interpretar la Biblia denominadas intuitiva y científica, propone la manera contextual, la cual “es un método que pretende combinar lo que hay de positivo en los dos modelos anteriores” (párrafo 12, p. 32). La misma naturaleza del círculo hermenéutico es dialéctica: “cada nueva realidad obliga a una nueva interpretación de la revelación de Dios; al cambiar la realidad se emprende la búsqueda de una nueva interpretación para esa nueva realidad y así sucesivamente” (párrafo 13, p. 33). Otro elemento sumamente importante de la dialéctica de esta sección es la combinación de la hermenéutica contextual con la dependencia del Espíritu Santo. El Espíritu nos revela la Palabra. Y concluye: “En busca de la dirección divina, por medio del estudio de la Palabra, no podemos anticiparnos ideológicamente a la respuesta de Dios” (párrafo 17, p. 35).

Sin embargo, hay algo que a mi juicio, no queda claro en esta sección y es, las posibles rutas y puntos de entrada que puede tener el círculo hermenéutico y el método teológico. Me da la impresión que se sugiere un comenzar por la realidad social, siguiendo por el estudio de la Palabra, y continuando con la acción pastoral. Por ejemplo, dice: “El ejercicio de la mediación hermenéutica se dará a partir de las realidades traídas por la mediación socio-analítica” (párrafo 19, p. 36). Considero que en esta temática necesitamos ser más dialécticos. Lo importante no es en dónde uno comienza de manera consciente a interpretar o hacer teología, lo importante es no abortar el círculo (que no haya corto circuito). Se puede empezar el círculo hermenéutico con la Palabra de Dios en lugar de la realidad social. Inclusive, puedo empezar el círculo hermenéutico con la práctica pastoral. Lo importante es estar dentro del círculo y recorrerlo.

La identidad de Jesús y la tercera pregunta generadora

La tercera pregunta generadora promete llevarnos a los umbrales de la identidad de Jesús. ¿Quién dice la gente que soy yo? Esta sección concluye que esta pregunta “no es cosa ya resuelta sino que debe ser reconsiderada siempre” (párrafo 28, p. 42). Si vamos a seguir a Jesús, esta es la pregunta que hemos estado esperando. Su respuesta define el seguimiento.

Se distingue claramente entre dos significados de entender la expresión “tú eres el Cristo”. La de Pedro y la de Jesús. Me interesa resaltar la de Jesús porque esa es la verdadera y sobre ella y a partir de ella, es que podemos entender el seguimiento a Jesús. “La imagen del ´Hijo del hombre´ que es deshonrado y masacrado hasta morir para luego resucitar, aunque esté en línea con el cántico del siervo de Isaías, resulta inaceptable” (párrafo 22, p. 39). Otra vez: “Jesús está dispuesto a morir y resucitar como vivió, aunque esto no cumpla las expectativas sobre el Mesías esperado” (párrafo 23, p. 40).

¿Cuáles son las consecuencias de la identidad de Jesús para sus seguidores? Abandonar nuestras cristologías equivocadas, dejar a Jesús ser el Mesías a su manera. Luego el CP nos dice: “la iglesia debe demandar y vivir la justicia en todas las relaciones, germinar los encuentros entre los y las diferentes, luchar contra la segregación y suprimir los guetos, vivenciando la solidaridad… el desafío teológico y ético es vivir. Como iglesia tenemos el llamado imperante a desarrollar una voluntad de ruptura con la muerte y de reconquista de la vida” (párrafo 26, p. 41).

Yo me pregunto, ¿en qué se diferencia este llamado a la vida, a vivir, no solamente a sobrevivir, del significado que Pedro le daba a la expresión “tú eres el Cristo”? ¿No es un falso mesianismo querer llegar a la vida sin el paso por la muerte? ¿No nos llama Jesús a abrazar la muerte, la suya y la nuestra? ¿No expresa este párrafo citado una utopía y esperanza que la vida, muerte y resurrección de Jesús cuestiona medularmente? (párrafo 24, p. 40).

Mi punto es el siguiente: más que vida, los conceptos bíblicos son resurrección y nueva creación. Jesús resucitó y promete resurrección a sus seguidores. Esto está reconocido en el CP en el párrafo 27, p. 42. Pero el concepto de resurrección implica muerte, tanto para Jesús como para nosotros. ¿Cuál es la muerte a que nos llama Jesús? La resurrección tiene un aspecto presente y futuro para el creyente, pero la muerte, tiene más que todo un aspecto presente: tome su cruz y sígame. El seguimiento a Jesús se vive bajo el signo de la muerte: con Cristo estoy juntamente crucificado, ya no vivo yo, vive Cristo en mí. Mientras no se viva la muerte de Cristo, vivir su resurrección es una fantasía. Me preocupa que el CP promueve proyectos que llama utópicos y posibilidades humanas que no están realmente fundamentadas en el Cristo real, histórico y concreto de las Escrituras: “La humanidad necesita recobrar sus esperanzas, sus utopías, que pueden ser tan simples y tan complejas como la posibilidad de la vida” (párrafo 28, p. 42).

Me preocupa la falta de dialéctica en esta sección también, cuando se afirma que el evangelio es contracultural, pero se asume que esto significa que está en contra de culturas dominantes y no subculturas y culturas minoritarias. Me preocupa la falta de dialéctica cuando suponemos que el evangelio y su demanda es equivalente a luchar contra la pobreza y la dedicación a la defensa irrestricta de la dignidad humana frente a las diferentes formas de violencia. Me preocupa la falta de dialéctica cuando se generaliza sobre la historia de la iglesia y su entendimiento de quién es Jesús, y su forma de responder al evangelio, como cuando afirma: “El rechazo al mesianismo del Jesús de los Evangelios tiene raíces eclesiales, teológicas y sociopolíticas enraizadas en toda la historia de la iglesia” (párrafo 26, p. 41).

Concluyendo, por razones de tiempo y espacio, no rechazo el contenido del CP. Pero creo que necesita ser confrontado con otras verdades. También, me preocupa la falta de dialéctica en el pensamiento y razonar del CP, porque podría reflejar que la identidad teológica de la FTL ha cambiado o está cambiando, y no necesariamente para bien.

Por otro lado, al tema planteado por esta primera sección del CP y sus preguntas, yo le haría las siguientes contra-preguntas: ¿nos llevan a un entendimiento claro del seguimiento? ¿Nos llevan a un entendimiento claro de a quién seguimos? ¿Nos llevan a un entendimiento claro del costo del seguimiento? ¿Nos llevan a un entendimiento claro de las consecuencias del seguimiento? ¿Nos llevan a un entendimiento claro del seguimiento comunitario? ¿Provee el documento una fundamentación bíblica, y por tanto, teológica, sobre los temas de las preguntas anteriores? Por lo menos en la sección analizada, creo que nos queda debiendo.

Nota: Este documento fue elaborado antes de que CLADE V tomara lugar en el 2012 y presentado a un grupo en las instalaciones del Seminario ESEPA, en San José, Costa Rica.