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¿Qué tiene que ver Tibás con Jerusalén?

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¿Qué tiene que ver Tibás con Jerusalén?

Sadrac Meza, Ph.D.

Seminario ESEPA

28 de Julio, 2009

Introducción

El primer defensor latino de la doctrina cristiana fue Tertuliano (c. 155-220).[1] En su defensa en contra de los herejes él levantó una pregunta que se ha hecho famosa: ¿qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? Atenas representa la filosofía humana y Jerusalén la sabiduría divina de la cruz. Los herejes habían sido educados en Atenas, bebían de su fuente, se nutrían de su espíritu. En cambio los cristianos están fundamentados en Jerusalén, en donde murió y resucitó su Salvador. Allí fue derramado el Espíritu Santo y desde allí, desde Jerusalén, Judea y Samaria, ha llegado el evangelio de Jesucristo a los confines de la tierra (cf. Hechos 1:8).

¿Qué tiene que ver Tibás[2] con Jerusalén? Podría ser la formulación costarricense de la cuestión planteada por Tertuliano. En otras palabras, ¿cuál es la relación de los llamados apóstoles el día de hoy con los apóstoles de Jerusalén? Este tema en los últimos años se ha convertido en un asunto global y seguramente, no por casualidad. Cuando colegas ministeriales comienzan a llamarse apóstoles necesitamos preguntarnos no solamente por sus atestados: ¿Quiénes son estos nuevos apóstoles? ¿Quién los nombró? ¿Cuál es su doctrina? ¿Cuál es su estilo de vida?; sino también por los nuestros: ¿Qué significa ser una iglesia apostólica? ¿Cuál es nuestra relación con los apóstoles de Jerusalén? ¿Cómo entender el ministerio del Espíritu el día de hoy? ¿Qué significa vivir un estilo de vida como el de Jesús? Lo que está en juego no es solamente la posibilidad y realidad de que existan herejes y se enseñen herejías el día de hoy (y que puedan y deban ser señalados por nosotros), sino que lo que está en juego también es nuestra propia identidad, nuestra razón de ser como cristianos, y el mover redentor de Dios en nuestros tiempos.

Desde finales del siglo IV los creyentes hemos confesado creer en una iglesia que es una, santa, universal y apostólica (Credo in…  unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam).[3] Estas marcas de la iglesia verdadera siempre han sido creídas tanto por católico-romanos como por protestantes. El historiador de la iglesia Jaroslav Pelikan acertadamente comenta que esta afirmación une a los católicos y protestantes y a la vez, revela lo que nos desune(Pelikan, 1959). Por ejemplo, que la iglesia sea una significa que la iglesia está fundamentada en Cristo. Cristo es uno. La unidad se fundamenta en lo que Dios ha hecho en Cristo por su iglesia y no en lo que el ser humano haya hecho o pueda hacer. Las diferencias con el catolicismo surgen cuando venimos a la aplicación histórica de esta verdad teológica: ¿es indispensable para que la iglesia sea una que exista bajo una única organización mundial? ¿Es necesaria la sucesión apostólica para garantizar esta unidad de la iglesia? Históricamente la iglesia católica-romana ha contestado afirmativamente estas dos preguntas, mientras que los protestantes han respondido negativamente, afirmando que la unidad histórica de la iglesia es obra de Cristo a través de su Espíritu. De paso comentemos que algunos de los así llamado apóstoles el día de hoy andan ofreciendo “cobertura apostólica” a otras iglesias y pastores con el fin de que éstos estén en condiciones adecuadas para recibir la bendición de Dios. Lo cual presupone un acercamiento, tan equivocado como inconsciente, a la posición católica-romana.

Al igual que la unidad de la iglesia no depende de nosotros, la santidad tampoco depende de algo humano o de la perfección moral alcanzada en algún momento por los cristianos. La santidad de la iglesia es un don de Dios en Cristo y por su Espíritu. El confesar la santidad de la iglesia es creer en el llamado a ser santo que Dios ha hecho y hace a cada cristiano. Proclamar y creer en la santidad de la iglesia es darse cuenta de la obra realizada una vez y para siempre por Cristo al quitar el pecado del mundo, y de una manera especial y efectiva de aquellos que creen en él. Las diferencias con el catolicismo surgen cuando venimos a la aplicación de esta verdad a la vida de las personas. La iglesia católica-romana ha enseñado históricamente (con San Agustín) que la participación en los (siete) sacramentos es indispensable para recibir el perdón de los pecados: Agustín sostuvo la validez objetiva y la santidad de los sacramentos de la iglesia independientemente de la santidad o carencia de ella por parte de aquellos que los administran (Pelikan, 1959). Una posición evangélica debe incluir que el perdón de pecado viene a una persona cuando ha creído en el Señor y se arrepiente de sus pecados. De nuevo es muy llamativo el ver que en algunos ministerios llamados evangélicos el día de hoy se vuelve a sostener la efectividad de la gracia de Dios a través de medios externos (a veces en forma mágica) como son elementos o prendas “ungidas”, ofrendas o siembra de dinero, etc., sin una clara enseñanza sobre la entrega incondicional que significa creer en Cristo Jesús como Señor y Salvador.

La universalidad (catolicidad) de la iglesia significa que su identidad no se pierde al extenderse a toda área geográfica, a toda etnia y a toda cultura. La universalidad de la iglesia es inclusiva, es decir, todas las barreras de separación entre los seres humanos se han derribado en Cristo y ahora todos han sido llamados a formar un solo pueblo. La universalidad de la iglesia no se refiere a que hable un solo idioma o que se exprese solamente en una cultura. Al contrario, la universalidad de la iglesia habla de su traducibilidad, su capacidad de expresarse como la iglesia de Cristo en cualquier cultura. Además, la iglesia está llamada a ser universal: id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles todas las cosas que Jesucristo ha mandado.

¿Qué significa la confesión que la iglesia es apostólica? ¿Se puede entender la apostolicidad de la iglesia independiente de las otras tres marcas de la iglesia verdadera? ¿No son acaso las cuatro marcas expresiones de una misma verdad? ¿Cuáles son las fuentes y los criterios para llamar a la iglesia una, santa, universal y apostólica? La fuente es la misma: Jesucristo. Los criterios son los productos de gracia de Dios, es decir, la respuesta de fe en los que oyen la Palabra de Dios. Este estudio está dedicado a esta cuarta marca de la iglesia verdadera de Jesucristo. ¿Qué significa la apostolicidad? ¿Significa que debe haber apóstoles en la iglesia a través de su historia? Si la iglesia es apostólica, ¿por qué se oponen hoy en día algunos cristianos al uso de esta palabra para designar a sus líderes o para caracterizar un ministerio? Es imperativo para la iglesia evangélica recobrar el sentido teológico de su confesión de la iglesia como apostólica, pero en el contexto de su confesión como una, santa y universal.

Arriba decíamos que lo está en juego al hablar de apóstoles y apostolicidad es nuestra propia identidad como iglesia. La iglesia primitiva tuvo mucho cuidado en afirmar que la iglesia era apostólica y en apelar a la autoridad de los apóstoles para su fe y práctica. En el siglo XVI los reformadores protestantes apelaron a las Escrituras, al NT, como el testimonio apostólico y al consenso doctrinal de los primeros concilios ecuménicos. Jenkins comenta que “para el protestantismo la apostolicidad de un ministerio es probada por su conformidad de su predicación y de su práctica sacramental con la doctrina de los apóstoles, tal y como está declarada en las Escrituras y como se ha desarrollado y hecho precisa en las proposiciones de la teología dogmática”(Jenkins). Es mi convicción que la iglesia evangélica actual necesita recobrar este énfasis en la autoridad apostólica, en la herencia recibida de los apóstoles y en un retorno a ser y servir como una iglesia apostólica. Fidelidad a Jesucristo a través del testimonio apostólico es lo que significó el énfasis primitivo en la sucesión apostólica, en la sucesión de la tradición de la fe apostólica, en el sometimiento a la autoridad apostólica, en la búsqueda de un estilo de vida apostólico (el martirio era la imitación suprema de la vida de Cristo y de los apóstoles en el siglo II y III). Apostolado significa participar de la vida de Cristo y no el formalismo de  ser designado o llamado apóstol.

En mi enfoque del apostolado, yo rescato que, en un sentido que llamaré histórico, todavía podemos hablar de apóstoles el día de hoy. Más que un permiso o tolerancia de este lenguaje, la iglesia evangélica del día de hoy está llamada a ser apostólica.

Los apóstoles son nuestro enlace con Cristo, a su persona, a su estilo de vida, a sus enseñanzas, a su poder, a sus dones y a su verdad. La iglesia evangélica necesita hoy apóstoles que digan, “sed imitadores de mí, así como yo soy imitador de Cristo”. El mártir era el que más se parecía al modelo de Cristo. Ese está en mejores condiciones de ser un apóstol el día de hoy. Apóstol habla de revelación, de experimentar la resurrección de Cristo, de experimentar su contemporaneidad, la posibilidad de experimentar la resurrección de la muerte, liberación del pecado, y el bautismo del Espíritu Santo.

Esto significa que un acercamiento reducido y reduccionista a nuestro tema, no podrá hacerle justicia ni dar las respuestas adecuadas que necesitamos. Con esto quiero decir que el análisis eclesiológico no puede ser suficiente. No es posible basar un concepto de sucesión apostólica solamente por la necesidad de que la iglesia manifieste visiblemente su unidad (lo cual en la práctica no se confirma de todos modos) o porque la sucesión apostólica ayuda a mantener la sana doctrina (lo cual tampoco es empíricamente comprobable).

El único ministro que va ser oído el día de hoy y la única iglesia que prevalecerá es un ministro y una iglesia apostólica. ¿Vamos a dejar que nos roben la palabra, el concepto? ¿Por qué vamos a permitir que los falsos y herejes nos roben nuestro nombre? ¿Acaso nació con los herejes o con los falsos el nombre de apostólico? ¿Qué nos enseña este movimiento? ¿En qué hemos fallado? ¿Estamos confrontando hoy a las personas con el evangelio apostólico?

Facundo Cabral canta que “cuando la cosa se ponga fulera, hay que decidir a quién salvar”; en este caso, ya la cosa se puso fulera y hay que decidir a dónde ir por ayuda. ¿A quién iremos Señor, solamente tú tienes palabras de vida eterna? Cuando la cosa se pone fulera, lo mejor es volver a Jerusalén y preguntar a los testigos originales que son los apóstoles originales sobre una posible conexión Tibaseña. Si los neo-apóstoles objetan este procedimiento diciendo que su existencia como apóstoles depende de una nueva etapa en la revelación o una nueva etapa en el mover de Dios, y específicamente, que dependen de una nueva etapa en el mover del Espíritu de Dios, tendremos que recordarles que el ministerio del Espíritu es el cumplimiento de profecías veterotestamentarias, y que su significado ha sido dado desde este contexto. Lo cual significa que el ministerio del Espíritu es uno de los dos elementos centrales del ministerio de Cristo y que por lo tanto, como ministerio, como revelación, y como etapa histórica de salvación no tiene autonomía sino que depende totalmente de la obra de Cristo en el Calvario. Así como el Hijo no podía hacer nada por sí mismo, sino lo que veía al Padre hacer, y decía solamente lo que el Padre decía, de igual manera el Espíritu Santo, su revelación y obra, depende totalmente de la salvación efectuada en Cristo. Necesitamos hacer lo  que hizo el médico amado: “muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo [tú que amas a Dios], habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron” (Lucas 1:1-4 NVI).

Mi propósito en este artículo es profundizar nuestro concepto de apóstol y apostolicidad, situándolo en el contexto más amplio de la doctrina cristiana. Esto es, ofreceremos comentarios bíblico-teológicos, lo mismo que históricos y pastorales.

Marcando la cancha

Veamos algunas indicaciones sobre el concepto de apóstol y apostolado en el NT (para una versión más detallada y más completa recomiendo el artículo “apóstol” en el Nuevo Diccionario Bíblico). “El término gr. apostolos aparece más de ochenta veces en el NT, principalmente en los escritos de Lucas y Pablo”.[4] Algunos de los datos importantes para nosotros en este artículo son los siguientes: los apóstoles son presentados oficialmente en los siguientes pasajes Mateo 10:2; Marcos 3:14; Lucas 6:13. El énfasis en el número “doce” para referirse a los apóstoles se encuentra en los siguientes pasajes Lucas 8:1; 24:9; 24:33; Hechos 1:26; 2:14; 6:2; Apocalipsis 21:14.

Se debe tomar en cuenta que los apóstoles y el apostolado es algo que se hace en el NT y no algo sobre lo que se enseña. Con esto quiero decir que vemos a Jesús escogiendo (Hechos 1:2) y llamando apóstoles, pero no lo vemos dando instrucciones sobre su existencia durante la historia de la iglesia. Vemos lo que los apóstoles hacen (Hechos 1:25) pero no que haya instrucciones específicas que digan “esta es su descripción de trabajo”. Creo que esta es una de las razones por las cuales los autores que han escrito sobre este tema reconocen que apóstol y apostolado son conceptos complejos en el NT. Dentro de esta complejidad y variedad de datos que se podrían mencionar del NT, quiero referirme a dos de ellos que me parecen muy importantes.

Romanos 15:16 habla de la relación vertical (que es la conciencia de Pablo sobre su apostolado) y la conciencia horizontal que se añade en Hechos 1, en donde se es un discípulo de Cristo. Aparece como una paradoja: en su papel horizontal, como colegio de 12, ellos son fundadores de la iglesia, de su doctrina, de su organización, pero a esto es que estoy llamando su papel teológico (revisar esta idea).

¿Funciona la palabra apóstol como un término técnico para los doce? No parece que siempre sea así. “Ahora, es obvio que San Pablo, aunque inequívocamente usa las palabras ‘apóstol’ y ‘apostolado’ con referencia tanto a San Pedro como a sí mismo, en ninguna parte identifica claramente a los apóstoles con los Doce como tal” (Korteweg, 2004)

“Por supuesto, en la palabra ‘apóstol’ hay un énfasis particular en el aspecto funcional de ser enviado, aún más que en entregando un mensaje en sí mismo. De hecho, esto aplica a tal punto que cuando leemos en Marcos 6:30 que los ‘apóstoles’ regresaron a Jesús, no necesitamos asumir un uso técnico de la palabra aquí: ellos son solamente los que han sido enviados de acuerdo a 6:7 en un viaje misionero, de tal manera que apostoloi es en este contexto meramente el equivalente de apestalmenoi” (Korteweg, 2004). Compárese el uso en 2 Corintios 8:23 y Filipenses 2:25. Ver también Hechos 14:4 y 14. ¿Podrían haber apóstoles temporales? ¿Qué cuando regresan ya no son apóstoles y terminó su misión?

“Así que la única conclusión que podemos sacar de una revisión del uso del término parece ser que, dejando a un lado el uso específico militar y comercial, el significado de ‘mensajero’, aunque poco atestiguado en los documentos, ha estado disponible desde Herodoto” (Korteweg, 2004). Antes del cristianismo no existía en ninguna parte una institución llamada apóstol o apostolado. Las cartas de Pablo son los únicos documentos antiguos sobre los que se pueda reconstruir una conciencia apostólica. Aquí está la idea de representación de la autoridad.

“Pero en el punto principal Bühner comparte completamente la convicción de Rengstorf: detrás de la terminología cristiana no está primariamente el aspecto funcional de ser enviado en una misión, conectada con la palabra griega, si no el específico concepto semítico y judío de representación de la autoridad es cual está implicado en la designación de shaliach” (Korteweg, 2004).

El uso de apóstol como título va asociado con haber visto al Señor resucitado, haber andado con él desde el bautismo de Juan y el tener una autoridad específica.

En primer lugar, el libro de los Hechos enseña que los creyentes “perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hechos 2:42). Aquí tenemos una de las pocas veces en que se indica lo que los creyentes deben hacer en relación a los apóstoles: perseverar en sus enseñanzas. El otro pasaje es el de Efesios 4:11 en donde se dice que Cristo es el que constituye apóstoles, aunque no solamente apóstoles, también profetas, evangelistas, y pastores-maestros; y el propósito de estos líderes es perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para el crecimiento espiritual conforme al modelo de Cristo, para que las falsas doctrinas no se metan en la iglesia.

Lo interesante de todo esto es que el NT también nos advierte de falsos apóstoles (2 Corintios 11:13; Apocalipsis 2:2). Pablo en 2 Corintios 11 llama a estos falsos apóstoles “superapóstoles” (NVI). Estos “superapóstoles” son buenos oradores, pero no tienen conocimiento (11:6). Ser buen orador no convierte a nadie en falso apóstol, pero la falta de conocimiento sí convierte a un orador bueno o malo, en falso apóstol. Este punto es crucial porque nos enseña que la apostolicidad de una persona o de una iglesia depende de la doctrina, del contenido, del conocimiento que se atesora y transmite.

Recibir dinero para vivir no hace a un apóstol ser falso (11:9) pero sí la estafa (11:13). Desear ser un apóstol no convierte a una persona en un falso apóstol (11:12) pero sí el jactarse de lo que uno hace; en otra palabras, el vanagloriarse (11:13, 18). Los “superapóstoles”, dice Pablo, esclavizan, explotan, se aprovechan de los hermanos. Se comportan con altanería y como si les dieran bofetadas a los hermanos (11:20). En otras palabras, los falsos apóstoles se conocen por su estilo de vida, sus actitudes, sus valores y sus prácticas. También hay señales poderosas que autentican o demuestran el apostolado como son señales, prodigios y milagros, pero ellas no convierten a un “superapóstol” como el descrito antes, en un verdadero apóstol (2 Corintios 12:12). La prueba definitiva del apóstol (Apocalipsis 2:2) es su doctrina y su vida, porque estas cosas no pueden falsificarse. Se pueden esconder por un tiempo, puede haber dudas durante cierto tiempo, pero no se pueden falsificar.

Es interesante que durante los primeros siglos de la iglesia hay un interés en apelar a los apóstoles con el fin de defender la sana doctrina (la tradición) que se viene enseñando desde Cristo a través de los apóstoles. Hoy en día el interés es diferente. Se apela a la apostolicidad para inventar nuevas doctrinas o prácticas.

Tertuliano (Prescription against heretics, 6):

«In the Lord’s apostles we possess our authority; for even they did not of themselves choose to introduce anything, but faithfulfy delivered to the nations the discipline that they had received from Christ»11

 

Dos Enfoques del Apostolado

Algunas veces se nos ha dicho que una pregunta no puede estar equivocada. Puede ser. Pero a veces las preguntas que hacemos nos llevan a caminos sin salida. A veces se ha preguntado, ¿existen hoy los apóstoles o deberíamos llamar apóstoles a algunas personas el día de hoy? A esto se ha respondido históricamente en sentido negativo. Es decir, una investigación histórica de la época pos-apostólica demuestra que no hay indicios de que los apóstoles nombraron a otros apóstoles en su lugar. Aún autores católicos y episcopales que apoyan la sucesión apostólica y la necesidad de un episcopado reconocen que “es dudoso que haya suficiente evidencia [histórica] a favor o en contra para probar conclusivamente cualquiera de las posiciones o para refutar alguna de ellas conclusivamente”(Casserley, 1961, p. 419). La investigación bíblica tampoco ofrece resultados como para hablar de una continuidad apostólica, en el sentido de colegio apostólico, durante la existencia terrenal de la iglesia. Sin embargo, todavía las tradiciones cristianas representadas por la iglesia católica-romana, las iglesias ortodoxas, y las iglesias protestantes episcopales hablan de sucesión apostólica y de apóstoles (bajo el nombre de obispos) el día de hoy. Parece ser que esta pregunta es un camino sin salida.

La pregunta es, ¿Es el tema de los apóstoles una pregunta bíblica? ¿histórica? ¿teológica? ¿eclesiológica? ¿misionológica? ¿pastoral? ¿Se puede despachar el tema respondiendo solamente a una de ellas?  ¿Determina la respuesta a una de estas preguntas la respuesta a otra de las preguntas? Por ejemplo, ¿determina la respuesta histórica a una posible respuesta teológica?

Estas y otras preguntas son posibles. También hay una variedad de opciones que podemos seguir. Por ejemplo, podríamos hablar de una cualidad (apostolicidad), pero no de apóstol o colegio apostólico. Es desde este punto de vista que se puede hablar de un ministerio apostólico, de desempeñar funciones apostólicas o de obtener resultados apostólicos. Otra opción sería de hablar del reconocimiento que se puede hacer hoy en día de personas o ministerios apostólicos, sin que esto signifique institucionalizarlos. En otras palabras, un reconocimiento de un apóstol el día de hoy por parte de una congregación o varias, por parte de una denominación, etc., no significa que se obtiene un título jurídico, con autoridad, o que confiera privilegios que de otra manera no se tendrían. Sería algo así como se reconocen reyes y reinas en ciertos países, o se confieren doctorados honoris causa.

Sin embargo, ninguna de estas opciones es la que seguiremos aquí. Me propongo sugerir dos enfoques de apóstol y apostolado. Pero primero, atendamos a una distinción importante. De los dos conceptos, apóstol y apostolado, seguramente el segundo es el más amplio e incluye al primero. El ministerio apostólico es solamente un aspecto del tema más fundamental que es el de la apostolicidad (Casserley, 1961). Diferentes conceptos de apostolicidad ya se ponían en evidencia en los primeros siglos, especialmente a partir del siglo IV, entre el oeste (Roma) y el este (Bizancio). Podríamos decir que apostolicidad contiene cuatro elementos o dimensiones: origen apostólico, doctrina apostólica, vida apostólica y sucesión apostólica. Cada uno de estos elementos necesita ser interpretados y aplicados.

La historia de la interpretación del concepto de apostolicidad pasa por las divisiones principales de la iglesia cristiana empezando con la división entre Roma y Constantinopla, y continuando con la división del occidente cristiano en católico-romanos y protestantes. Ireneo nos dice que “fue por el mismo orden y por la misma doctrina que tanto la tradición apostólica como la predicación de la verdad en la iglesia ha llegado a nosotros” (citado en (Phidas, 2000). Ya en inicios de la edad media se reducía la apostolicidad a dos elementos solamente (fe apostólica y  ministerio apostólico (Casserley, 1961; Phidas, 2000). A partir del siglo IV se puso más énfasis en la sucesión de orden (jurisdicción administrativa) que en la sucesión de fe ((Phidas, 2000). De acuerdo a Phidas la sede de Roma ponía más énfasis en la sucesión apostólica en el sentido de haber sido fundada la sede por un apóstol (supuestamente Pedro) y la iglesia griega ponía más el énfasis en la sucesión de la fe para la importancia de la sede en Constantinopla (Phidas, 2000).

En otras palabras, lo que estoy diciendo es que el concepto de apostolicidad (usado como una de las marcas de la iglesia verdadera de todos los tiempos) es más importante porque se refiere no solamente a los apóstoles como personas e institución, sino que se refiere también a la fe, el conocimiento, el estilo de vida, la misión y al evangelio de Cristo Jesús. Es tan amplio el concepto de apostolicidad que incluye al testimonio apostólico registrado en el NT. Es cierto que este concepto de apostolicidad recibió diferentes énfasis, ya sea en occidente (Roma) ya sea en el oriente (Bizancio), pero lo que estamos diciendo es que la historia de la iglesia da testimonio del concepto y todo lo que incluye ((Phidas, 2000).

Apostolado Histórico

Siguiendo a Zizioulas (Zizioulas, 1974), voy a hablar de dos enfoques de apostolicidad presentes en el NT y en los tiempos post-apostólicos: un enfoque histórico y un enfoque teológico (Zizioulas lo llama escatológico).

Por el enfoque histórico quiero decir que los apóstoles se conciben como personas a quienes se les ha confiado y encargado con una misión para cumplir. Por eso, son enviados y también dispersados en el mundo. Esto implica que se conciben como individuos que poseen un mensaje específico y autoridad sobrenatural. El apostolado histórico es ver a los apóstoles desde el ángulo de la misión, y por lo tanto, existe la posibilidad de aplicar el término apóstol y apostólico a personas que se definen a sí mismas como enviadas por Cristo a proclamar el evangelio bajo su autoridad (lo que debería ser el caso de todo cristiano).

Zizioulas explica que “el punto que nos interesa aquí es que en un enfoque inspirado por la idea de misión, los apóstoles representan un punto de unión (link) entre Cristo y la iglesia y forman parte de un proceso histórico con un decisivo y tal vez normativo rol que jugar. Así que la idea de misión y la de proceso histórico van juntas en el NT y llevan a un esquema de continuidad en un movimiento lineal: Dios envía a Cristo – Cristo envía a los apóstoles – los apóstoles transmiten el mensaje de Cristo al establecer iglesias y ministerios. Podemos llamar entonces a este enfoque “histórico” (Zizioulas, 1974).

Cf. 1 Clement.

“The apostles were delivered the gospel for us from the Lord Jesus Christ; Jesus Christ was sent from God Christ therefore is from God and the apostles are from Christ… When they received his commands and were fully convinced by the resurrection of our Lord Jesus Christ and had full faith in the word of God, they went forth in the confidence that the Holy Spirit gives, preaching the gospel that the kingdom of God is about to come”.

 

“We may contrast the way Ignatius of Antioch a few years later grounds his view of a threefold ministry of one bishop, presbyters, and deacons. Instead of appealing to apostolic institution of the offices, he portrays «the bishop presiding in the place of God and the pre*yters in the place of the council of the apostles, and the deacons.. .entrusted with the ministry of Jesus Christ»21 One bishop is like the one God the Father, the plurality of presbyters is like the college of apostles, and the deacons are like Christ in continuing his serving ministry.” (Ferguson)

Apostolado Teológico

Los apóstoles no son solamente personas enviadas a predicar el mensaje de Cristo. Como dijimos, todos o algunos de nosotros podrían calificar para ser apóstol en el sentido histórico. Pero los apóstoles de los que habla el NT cumplen también una función teológica-escatológica. Es de suma importancia poder captar la diferencia. Aquí los apósteles no son vistos como individuos sino como colegio o institución. Como tal, no necesitan ir a ninguna parte, al contrario, el pueblo de Dios tiene que venir a ellos (como Pablo cuando quiso estar seguro de no andar predicando en vano). Aquí es donde cobra relevancia el número doce (Hechos 1). Es en esta función teológico-escatológica que los apóstoles son el fundamento, los pilares, las columnas de la iglesia (Zizioulas, 1974).

En el sentido teológico-escatológico no puede haber apóstoles el día de hoy. Eso significaría la destrucción de la iglesia, la división en la iglesia, y el fracaso de la misma. La iglesia es apostólica en este sentido. Estos apóstoles en su función de testigos de Cristo, de su muerte y resurrección, no pueden separarse de su mensaje. Ellos son el mensaje en una manera paralela en que Cristo es la revelación de Dios y a la vez, el revelado. Por eso es que el contenido teológico-escatológico del NT representa la enseñanza de los apóstoles.

La historia de la iglesia conoce la confusión de estos dos enfoques al apostolado que estoy mencionando. Zizioulas comenta que 1 Clemente es testimonio del enfoque histórico al apostolado y que Ignacio de Antioquía representa el enfoque teológico-escatológico (Zizioulas, 1974).

Algunos lineamientos pastorales

1)      El movimiento de apóstoles que se está desarrollando hoy en día a nivel mundial necesita revisar sus fundamentos y su razón de ser. En caso contrario, está en peligro de estar dando coces contra el aguijón. Hay razones para suponer, al escuchar discursos y escritos de este movimiento, que es una forma velada de rebeldía a la autoridad de Cristo. Como todo cristiano, el movimiento apostólico debe nacer de la Palabra y del Espíritu. El único Cristo vivo es el que resucitó de acuerdo a las Escrituras. A ellas debemos de volver para recibir el testimonio del Espíritu y conocer a Cristo.

2)      El movimiento neo-apostólico debe revisar la relación de su auto-afirmación como apóstoles y los contenidos de su mensaje. Aún personas que apoyan la sucesión apostólica advierten que es un problema en donde “el ministerio apostólico es retenido ‘accidentalmente’, sin la fe apostólica, el ministerio apostólico está en un peligro considerable” (Casserley, 1961, p. 420).

3)      Manteniendo la distinción que he hecho entre apostolado histórico y teológico, no me opongo al uso de la palabra “apóstol” el día de hoy, y reconozco que “la pregunta de si el ministerio apostólico está presente en la iglesia no puede ser contestada de una vez y para siempre sobre la base de criterios externos dentro del control humano. Dios nos ha provisto con indicaciones claras de cómo nuestros ministerios pueden ser hechos verdaderamente apostólicos, pero esas indicaciones mismas nos recuerdan que él permanece Señor en su propia casa y que el Espíritu sopla donde quiere” (Jenkins, p. 484). Pero a estas personas o ministerios le debe ser aplicado los siguientes dos criterios de apostolicidad: continuidad con la fe apostólica y estilo de vida apostólico. La imitación de Cristo es la condición sine qua non de todo aquél que el día de hoy quiere usar la palabra apóstol o apostólico.

4)      Otra gran interrogante del movimiento apostólico actual son los frutos de su obra. Por sus frutos los conoceréis. La tarea primaria de un ministerio apostólico es participar con Dios en su misión para redimir al mundo. No es claro que estos ministerios estén fundamentados en una comprensión bíblica del reino de Dios, una comprensión del Shalom de Dios, en un adecuado balance entre la responsabilidad social y el evangelismo, o en un concepto de misión integral.

5)     Quiero terminar estas recomendaciones repitiendo lo que el documento del siglo segundo, conocido como La enseñanza de los doce apóstoles o Didajé enseña sobre cómo distinguir un apóstol falso de uno verdadero:

Al que viniendo a vosotros os enseñare todo lo dicho, aceptadle. Pero si el mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para vuestra disgregación, no le prestéis oído; si, en cambio, os enseña para aumentar vuestra justicia y conocimiento del Señor, recibidle como al mismo Señor. Con los apóstoles y profetas, obrad de la siguiente manera, de acuerdo con la enseñanza evangélica: todo apóstol que venga a vosotros, sea recibido como el Señor. No se detendrá sino un solo día, y, si fuere necesario, otro más. Si se queda tres días, es un falso profeta. Cuando el apóstol  se vaya no tome nada consigo si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.

No pongáis a prueba ni a examen ningún profeta que habla en espíritu. Porque todo pecado será perdonado, pero este pecado no será perdonado. Con todo, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Señor. En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del falso. Todo profeta que manda poner una mesa en espíritu, no come de ella: de lo contrario, es un falso profeta. Todo profeta que predica la verdad, si no cumple lo que enseña es un falso profeta. Todo profeta probado como verdadero, que trabaja en el misterio de la Iglesia en el mundo, si no enseña a hacer lo que él hace, no lo juzgaréis, pues su juicio está en Dios. Así lo hicieron también los antiguos profetas. Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra cosa, no le prestéis oído. En cambio si dice que se dé a otros necesitados, nadie lo juzgue.

A todo el que viniere en nombre del Señor, recibidle. Luego examinándole le conoceréis por su derecha y por su izquierda, pues tenéis discernimiento. Al que pasa de camino le ayudaréis en cuanto podáis: pero no se quedará con vosotros sino dos o tres días, si fuere necesario. Si quiere quedarse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje para su sustento. Si no tiene oficio, proveed según prudencia, de modo que no viva entre vosotros cristiano alguno ocioso. Si no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de Cristo: tened cuidado con tales gentes.

Todo auténtico profeta que quiera morar de asiento entre vosotros es digno de su sustento. Igualmente, todo auténtico maestro merece también, como el trabajador, su sustento. Por tanto, tomarás siempre las primicias de los frutos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y las darás como primicias a los profetas, pues ellos son vuestros sumos sacerdotes. Si no tenéis profeta, dadlo a los pobres. Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme al mandato. Si abres una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas. De tu dinero, de tu vestido y de todas tus posesiones, toma las primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandato (cap. 11-13).

Casserley, J. V. L. (1961). The Apostolic Ministry. The Christian Century, 419-421.

Ferguson, E. The Appeal to Apostolic Authority in the Early Centuries. Restoration Quarterly, 49-62.

Jenkins, D. T. The Apostolic Ministry Today. Theology Today, 474-484.

Korteweg, T. (2004). Origin and Early History of the Apostolic Age. In A. Hilhorst (Ed.), The Apostolic Age in Patristic Thought (pp. 257). Leiden: Brill.

Pelikan, J. (1959). The Riddle of Roman Catholicism: Its history, its beliefs, its future. New York: Abingdon.

Phidas, V. (2000). The Johannine Apostolicity fo the Throne of Constantinople. The Greek Orthodox Theological Review, 45(1-4), 23-.

Zizioulas, J. D. (1974). Apostolic Continuity and Orthodox Theology: Towards a Synthesis of the Two Perspectives.


[1] Roberts, Alexander ; Donaldson, James ; Coxe, A. Cleveland: The Ante-Nicene Fathers Vol. III : Translations of the Writings of the Fathers Down to A.D. 325. Oak Harbor : Logos Research Systems, 1997, S. 246. La pregunta viene de la Prescripción en contra de los herejes, capítulo 7.

[2] Tibás es distrito de San José, Costa Rica, en donde existe una iglesia evangélica dirigida por una persona que se denomina apóstol.

[3] Credo de Constantinopla, 381 d. de J.C.

[4]Douglas, J.D.: Nuevo Diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami : Sociedades B??blicas Unidas, 2000